miércoles, 15 de mayo de 2013

Viaje a BRUSELAS y ÁMSTERDAM - Septiembre 2012



Mi viaje a Bruselas y Ámsterdam fue algo totalmente improvisado, vimos una oferta de vuelos bastante barata y decidí ir junto con mis titas a este lugar al que tenía tantas ganas de ir.

He de recalcar un error bastante común entre la gente es llamar a los
Países Bajos, Holanda. Holanda es lo que sería una provincia del país, pero el nombre oficial es Países Bajos, este nombre se debe a que gran parte del país está bajo el nivel del mar.






DÍA 1: LLEGADA A BRUSELAS


Nuestro hotel en Bruselas con pinturas que
parecían de la Cueva de Altamira
El primer día fue un día largo y cansado, nos dirigimos desde Córdoba a Almería, ya que comenté que allí tengo familia y es desde donde encontramos este vuelo tan barato. El principal problema es que llegábamos al aeropuerto de Charleroi (a unos 45 min de Bruselas), aunque pensando la distancia a la que pueden estar los aeropuertos normales como los de Londres o París, tampoco es una distancia larga.
Llegamos casi a medianoche al aeropuerto de Charleroi, era septiembre, en Almería el tiempo aún era de bien entrado verano; pero aquí parecía que era prácticamente invierno cerrado, a unas temperaturas a las que obviamente no estamos acostumbrados los andaluces, a pesar de que la mayor parte de Europa es así de fría.
Cogimos un autobus que salía cada 20 minutos desde Charleroi hasta Bruselas y desde allí fuimos a nuestro hotelito, un hotel normal con lo suficiente para dormir y ducharse. Como íbamos a estar tan sólo un día en Bruselas, nos dormimos pronto para poder levantarnos al día siguiente y aprovechar bien el día.

DÍA 2: BRUSELAS

Yo había hecho una ruta bastante específica para poder ver lo máximo posible y el día fue muy satisfactorio porque vimos todo y además acabamos con bastante tiempo para descansar y tomarnos un respiro.
El Atomium
Lo primero que decidimos ver fue el famoso Atomium, que se encuentra un poco retirado del centro pero al que se llegaba fácilmente con el metro; esta estructura representa un cristal de hierro y fue construido para la Expo del 1958 que se celebró en Bruselas, mide unos 103 metros de altura, bastante más grande de lo que yo pensaba en un principio. No entramos en el interior ya que lo único que había eran exposiciones y un restaurante, con un precio bastante caro. Había bastantes escuelas que iban allí a visitar el Atomium, como cuando nosotros (andaluces) hacíamos una visita con el colegio a la Alhambra o al Parque de las Ciencias de Granada.
Después volvimos con el metro al centro de la ciudad, a visitar el Parque del Cincuentenario, este parque fue creado para celebrar los 50 años de una Bélgica como país independiente (se independizó de los Países Bajos en 1830); el parque contenía un gran arco central que recordaba bastante a la Puerta de Brandenburgo de Berlín, con un estilo neoclásico y a su alrededor alberga 3 museos en sus edificios.
Una vez visto, decidimos pasear, ya que el resto de monumentos quedaban bastante cerca a pie y tampoco queríamos abusar del metro para estar sólo un día. Vimos parques muy seguidos unos de unos pero pequeñitos, como si fueran pequeños núcleos verdes donde la gente iba a relajarse y disfrutar del paisaje.
Parque del Cincuentenario, con su arco
y sus museos alrededor
Observamos el Parlamento Europeo con todas sus banderas, ya que Bruselas es la capital administrativa de la Unión Europea desde su creación.
Uno de los parques de Bruselas
Seguimos avanzando hacia el núcleo de la ciudad hasta que llegamos al Palacio Real, donde me ocurrió una cosa bastante anecdótica con una mujer. Aunque antes explicaré que Bélgica está dividida en 3 áreas: la parte norte del país se llama Flandes, donde se habla mayoritariamente el flamenco (el holandés), Valonia en el sur, donde se habla normalmente francés; por último en Bruselas se hablan los dos pero predomina más el francés. Bien, pues como sólo había hablado inglés desde que llegué, decidí hablarle francés (si es que puede llamarse francés a lo que yo hablo) a una mujer que estaba delante del Palacio Real porque en realidad no tenía idea de si lo era o no (por cierto no había ninguna señal por ninguna parte). Esta fue la conversación:
-Bonjour, vous savez si celui-ci est le Palais Royale? (Hola, ¿sabe si este es el Palacio Real?)
La chica empezó a descojonarse y claro yo pensaba que no lo había pronunciado bien.
-I don't speak French (No hablo francés)
CHASCOOO!! Por una vez que me decidía a hablar francés y me cruzo con una guiri inglesa en mitad de Bruselas, que triste. Lo peor de todo es cuando se lo pregunté en inglés y me dijo que no tenía ni idea de si era el palacio o no, pero ella tomaba fotos como una loca. El Palacio Real es sede de la Casa Real de Bélgica, pero al igual que en España, sus reyes viven en otro palacio a las afueras; sólo puede ser visitado desde finales de julio hasta principios de septiembre, así que lo pillamos cerrado por poco.
Palacio Real
Después de este encuentro con mi amiga la inglesa, llegamos al corazón de Bruselas: la Grand Place, una inmensa plaza del siglo XVII y de las más bellas de Europa; había bastante puestecillos donde vendían algunos souvenirs típicos y nos comimos unas salchichas típicas que estaban riquísimas.
Banderas del Parlamento Europeo
Y como no, un poquito más allá de la Grand Place, entre las callejuelas, nos encontramos con otro de los símbolos de Bruselas: el Manneken Pis, el niño meando, literalmente. El Manneken mide tan sólo 50 cm pero está siempre lleno de gente para echarse fotos y todas las tiendas de alrededor venden souvenirs y chocolates con el símbolo de la estatua. Por cierto, si viajáis a Bruselas, no olvidéis comprar chocolates en estas tiendas porque son de los mejores que hay. Y para terminar nuestro día en Bruselas, decidí buscar a la Jeanneke Pis, una figura de una niña meando, al igual que el niño, pero femenina que instauraron las feministas de la ciudad, a pesar de esto, la niña está en una callejuela muy difícil de encontrar detrás de un bar, entre varias rejas, vamos que no hay Dios que la encuentre como no vayas preguntando.
Jeanneken Pis


Manneken Pis







Nos dejamos alguna cosa que ver en Bruselas, como museos que no entramos en ninguno, al igual que las ciudades de Gante y Brujas, que no pudimos ir a verlas, pero el tiempo era muy poco y además, así siempre hay una excusa para volver, ¿no?






























DÍA 3: PRIMER DÍA EN ÁMSTERDAM

Vista de la Plaza Dam desde el Madame Tussauds
Nos levantamos temprano, nos tomamos nuestro petit-dejeuner y salimos pitando a la estación de autobuses, ¡nos íbamos destino a Ámsterdam!
El viaje duró bastante, ya que íbamos con una compañía de autobuses que se paraba en las ciudades más importantes de Bélgica y los Países Bajos a recoger pasajeros que también iban a Ámsterdam, el viaje duró como unas 5 horas pero para la vuelta duró 2 horas y media porque iba directamente de vuelta a Bruselas. El autobús nos dejó en la estación Amstel, un poco al sur del centro y cogimos el metro.
Figura de cera de Lady Gaga
en el Madame Tussauds
La primera visión de Ámsterdam fue bastante impactante, los canales recordaban a Venecia y comprendí porque la llaman la Venecia del norte, y es que hay 75 kilómetros de longitud de canales. Aquí no se ven góndolas venecianas pero sí multitud de lanchas y barquitos de gente montando fiestas y también montones de casas flotantes.
El hotel era más malillo que el de Bruselas, pero servía para dormir, ducharse y también teníamos el desayuno incluído. Una vez dejadas las maletas, fuimos andando hacia el centro de Ámsterdam y nos encontramos por el camino con el mercado de las Flores o Bloemenmarkt, un inmenso mercado con todo tipo de flores, y si querías llevarte alguna en el avión, te daban semillas para que pudieras cultivarlos en tu casa.
Después llegamos al centro que es la Plaza Dam, como curiosidad podemos ver que el nombre de la ciudad proviene del nombre del río (Amstel) y de esta plaza (Dam) que se unieron formando Ámsterdam. En la plaza está el Palacio Real del siglo XVII, el Monumento Nacional a los soldados caídos en la II Guerra Mundial y el museo Madame Tussauds, el famoso museo de cera, al que entramos ya que he pasado por varios y nunca había entrado en uno.
El mercado de Flores, sí era septiembre,
imagínatelo en pleno mayo
El museo estaba bastante entretenido, podías encontrarte figuras de todo tipo de personalidades, desde políticos (Obama, Lenin) monárquicos (Lady Diana, Reina Beatriz) pensadores (Gandhi) deportistas, cantantes (Lady Gaga) y pintores (Dalí, Van Gogh).
Tras este momento divertido del día, dimos como mil vueltas al Barrio Rojo y más allá para encontrar a las señoritas en los escaparates, pero se ve que no salen de día porque no había forma de ver este suceso tan extraño, aunque sorprende el Barrio Rojo es uno de los más seguros por la noche. Lo que sí podían verse eran los famosos Coffee Shops, que las autoridades han tenido que volver a aceptar a extranjeros para no perder tanto dinero, ya que es un reclamo bastante grande.
Casa de Ana Frank
Lo último que hicimos ese día fue ir a la Casa de Ana Frank, donde pudimos pasar por los estrechísimos pasillos y escondites detras de armarios y puertas secretas donde tuvieron que esconderse Ana Frank y su familia, pero que tristemente no sirvió finalmente de mucho, excepto su padre que consiguió salvarse, volver a la casa y publicar el famoso diario de su hija. Allí conocí a una mujer anciana bastante simpática, era americana y estaba viajando con su hija por toda Europa porque quería aprovechar la vida, la mujer nos dio incluso un caramelo, se ve que le caí bien.










DÍA 4: SEGUNDO DÍA EN ÁMSTERDAM

Ese día, ya que era el último, decidimos darnos el gusto (y del que no se debe abusar mientras se viaja) de levantarnos un poquito más tarde de lo habitual, ya que nos quedaban algunas cosas por ver y daba tiempo sin estar estresados.
Letras I AMsterdam delante del Rijksmuseum
Fuimos al sur de la ciudad (por el camino pudimos ver la fábrica de cervezas Amstel) donde se encuentran los principales museos de Ámsterdam, nosotros decidimos entrar en el Museo de Van Gogh, que es el más famoso.
Lo malo es que tuvimos que hacer una cola bastante grande ya que el museo se queda pequeño para la cantidad de gente que entra allí, pero eso sí, el edificio es incréible y los cuadros están expuestos de forma cronológica y muy bien ordenados.
Para mi Van Gogh es un genio de la pintura así que disfrute mucho con este museo, pero cualquier persona que vaya a Ámsterdam debería ir. Tuvimos suerte porque a las pocas semanas cerraron el museo por restauración, aunque no duró mucho.
Bicicletas nunca faltaban (aunque aquí hay
más motos de lo normal)
El otro museo al que no entramos es el Rijksmuseum, que está justo enfrente y que contiene una gran exposición de todo el arte holandés.
Almorzamos en aquel parque tan agradable y llegamos al Vondelpark, el parque más grande del país donde había muchísimas personas con bicicletas, tomando el sol y hasta tocando instrumentos. Otra excusa para volver a Ámsterdam aparte del museo es montarnos en bicicleta.
Estatua de Rembrant detrás
del chico que cantaba
Llegamos hasta la estación central en tranvía, del que no podíamos irnos sin subirnos, y allí cogimos un barco que atravesaba los principales y más bonitos canales que duró una hora, aquí a cierta persona le dio el soñarrón.
Entrada al Vondelpark, bonita eh?
Volvimos a la Plaza Dam andando después del viaje en barco y decidimos que por ser la última noche íbamos a ir a un restaurante en condiciones, y en efecto fuimos a uno bastante moderno, en el que te hacían la comida en la misma cola para pagar, como si fuera una cocina y pagabas con una tarjeta que ellos te daban, todo muy moderno y que por cierto estaba llenísimo.
Cuando ya era de noche, al lado del restaurante había un grupo de personas que estaban cantando canciones famosas y poniéndole sonido con sus instrumentos, lo hacían bastante bien.
Y para variar, y como todos los días del viaje, fuimos a tomarnos nuestro chocolate caliente al Starbucks que también estaba al lado y dormíamos en la gloria.

DÍA 5: REGRESO


Molino típico holandés
Los regresos siempre son lo peor del viaje, al menos para mí. Tuvimos que coger un taxi a las 5 de la madrugada para llegar a la estación de autobuses (que por cierto el recepcionista nos dijo en la cara que nos buscáramos en la vida), después llegamos a Bruselas y de Bruselas tuvimos que coger otro autobús de regreso al aeropuerto de Charleroi y claro, por último el vuelo. Pero ahí no acabó la cosa, al llegar a Almería tuvimos que ir en coche hasta Córdoba, menudo viajecito ¿eh? Pues ya os contaré mi viaje a la India que con ese sí que había regreso largooo largoo.






CONCLUSIÓN

No me gusta comparar nunca dos ciudades, pero tengo que reconocer que en este caso Ámsterdam supera a Bruselas, con el simple hecho de los canales Ámsterdam gana mucho pero Bruselas también es una ciudad bastante bonita y que recomiento hacer, eso sí, con Brujas y Gantes, que quizás son más bonitas incluso.
-Lo mejor: mis titas, que gracias a ellas nos dio tiempo a ver todo y también pude pasar un precioso viaje con ellas, que por cierto tengo que repetir pronto.
-Lo peor: como siempre el trasbordo de avión y autobús, aunque eso es innevitable.
-Nota: un 7'2
-¿Volverías? Sí, volvería a los museos de Bruselas, a las ciudades de Gante y Brujas y también volvería a Ámsterdam para ver el Rijksmuseum y por supuesto montarme en bicicleta jajaja.





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