miércoles, 3 de abril de 2013

Viaje a PRAGA y VIENA - Marzo 2013



Voy a comentar por fin por primera vez en un blog la experiencia de un viaje, hoy hablaré de mi viaje de estudios de 2º de bachillerato, en el cuál tras muchas dudas, quejas, follones y cambios de maestros de última hora dio lugar a si finalmente íbamos a ir, pero se consiguió y elegimos uno de los lugares que más ganas tenía de visitar dentro de Europa: Chequia y Austria.






DÍA 1: LLEGADA A PRAGA
El primer día todos estábamos exhaustos, con ganas de salir y conocer mundo, ya que había incluso personas que no se habían subido nunca en un avión o ni siquiera habían salido de España.
Vista panorámica de Praga
El autobús salió a las 7 de la mañana con destino a Madrid, ya que el vuelo salía de allí (cosa que no entiendo, ya que otro instituto de nuestro pueblo salió desde Málaga que pilla mucho más cerca).
Total, el caso es que llegamos a la T4 de Madrid-Barajas, que según nos dijo nuestra guía que llevábamos desde España llamada Juliana, estaba inspirada en nuestra mezquita de Córdoba, yo sinceramente no le vi ningún parecido a nuestra mezquita con aquel conjunto de hierros, pero bueno.
Tras la interminable espera para poder facturar, ya que el vuelo estaba concertado por Iberia y ahora mismo muy bien no están, por fin nos montanos en el avión y estábamos todos separados.
Yo lo vi una buena oportunidad para poder practicar algún idioma pero desgraciadamente estaba llena de madrileños adolescentes que viajaban como nosotros, pero por suerte nos cambiamos los sitios.
Llegamos al aeropuerto internacional y el único que hay en Praga y tras recoger las maletas, descubrimos que estaba nevando, sinceramente nunca he visto nevar de esa manera y cogimos el bus para el hotel, en el que conocimos a nuestra guía en Praga llamada Gabriela (aparte de Juliana la española que ya llevábamos). Nos explicó por encima los edificios en el bus, cenamos buffet en el hotel y nos dormimos (es coña, no durmió nadie).

DÍA 2: PRAGA
Catedral de San Vito
Este día fue uno de los más bonitos para mí, Gabriela nos llevó a descubrir el palacio de Praga, no sin antes pasar por un maravilloso mirador donde podía verse toda Praga nevada y la Torre Eiffel de Praga.

Vidrieras de San Vito, del autor
checo Alfons Mucha, autor
de las pinturas de mujeres que
había colgadas en nuestro hotel
La Catedral de San Vito era una maravilla gótica, que en cuanto la vimos, los alumnos de arte nos pusimos como locos a intentar localizar todos los elementos que habíamos estudiados y la verdad es que encontramos más de los que pensábamos.





Seguimos descubriendo el interior de los espacios del castillo, eso sí, al salir el frío te congelaba todos los huesos; continuamos bajando del castillo para comer (que a mi gusto no estaba malo).
Después de comer, pasamos de largo por el museo del gran autor checo Franz Kafka, del que nos hemos leído la Metamorfosis en literatura, la calle más estrecha de la ciudad y finalmente llegamos al famoso puente de San Carlo, donde todos tocamos los relieves, que estaban dorados de tocarlos tantas veces, para poder regresar a Praga otra vez, cosa que espero. 

Y por fin llegamos a lo que yo más esperaba ver: el Reloj Astronómico, me quedé como 10 minutos haciéndole fotos una y otra vez sin parar, me volví a tomarme un Starbucks que estaba justo al lado y me espere a que salieran los muñecotes siempre a la hora en punto. Después un crêp de chocolate.
Sinceramente el reloj es lo que más me maravilló de Praga, y más pensando en la época que se construyó.
Chapurrée un poco de checo: ajoy, diékui, dobrí den, dobrí vetcher...la verdad se alegraban cuando les hablaba en su idioma porque no creo que muchos extranjeros sepan ni decir hola.
No nos hizo falta cambiar a coronas checas porque la mayoría de las tiendas de souvenirs aceptaban euros, pero sin embargo me quedé sin subir a la torre del reloj porque no aceptaban (y porque valía 4€).
Para finalizar el día, visitamos el barrio judío, en Praga muchos judíos sufrieron el Holocausto porque estaba dominada por los nazis, se podían ver las tumbas hebreas desde fuera y lo que más me llamó la atención, los relojes judíos van hacia el revés y no tienen números árabes, sino letras propias.

DÍA 3: VIAJANDO HACIA VIENA
Centro de Mikulov
San Esteban iluminada con luces de colores
Este día salimos muy temprano para poder llegar pronto a Viena, cogimos nuestro querido bus (con el gran chófer que teníamos) y nos dirigimos a la ciudad checa de Brno, donde hicimos una paradita para que algunos comieran en el McDonald's y otros pues simplemente compráramos libros. Vimos una columna de la peste, que luego vimos en Viena y están por toda Europa. Comimos en un restaurante a las afueras.
Después hicimos otra parada en Mikulov, en pueblecito de apenas 6.000 habitantes cuyas casas eran de muchos colores diferentes, observamos la catedral, su plaza y subimos hacia el castillo, que estaba cerrado pero vimos las vistas del pueblo desde allí.
Llegamos a Viena sobre el anochecer y nos dejaron tiempo libre para visitar la calle donde estaban las tiendas (sí, todos nos volvimos locos y yo me compré OTRO Starbucks) y la preciosa catedral de San Esteban (que llevaba una bandera del Vaticano, supongo que por el reciente nuevo papa Francisco).
Al hablar en inglés aquí sí que te respondían con un acento perfecto. Vuelta al hotel y cena.

DÍA 4: VIENA

Sinceramente, reconozco que Praga es mucho más pequeña y abarcable que Viena, pero mientras que en Praga en 1 día vimos practicamente toda la ciudad andando, aquí vimos 4 cosas en el autobús y luego el Palacio de Schönbrunn, no estuvo mal pero he aquí las 3 cosas más importantes que no me gustaron de la visita:
Sisi se pasería por aquí angustiada
1. En el palacio de Schönbrunn, es cierto que nos contaron muchas cosas (ya que la guía básicamente era para el palacio), pero habló durante toda la visita de María Teresa y se olvidó por completo de Sisi.
2. Lo que más me impacto, NO visitamos el palacio del Belvedere, para mi gusto, mucho más bonito que el de Schönbrunn, y que contiene las obras de Klimt, entre ellas el famoso cuadro El beso.
Jardines por detrás al modelo Versailles
3. Tampoco teníamos entrada para la Ópera, ¿hola? ¡Es lo más importante de Viena!, así que tras insistir como veinte mil veces, convencí a unas 10 personas del grupo y a los maestros para entrar a verla.
OJO, esto no quiere decir que Viena me gustara menos, me gustó exactamente igual, pero creo que en Praga la visita fue mucho mejor.
Bueno, prosiguiendo con el viaje, me gustó Schönbrunn, que según decía Sisi, "lo que creía que iba a ser mi liberación, terminó convirtiéndose en mi cárcel". El palacio está inspirado en el de Versailles.
El traje de torero de la
ópera Carmen
Después como ya he dicho, convencí a algunos para entrar en la Ópera con visita guiada de 45 minutos por 3'5€, con una guía austriaca que hablaba español y que presumía porque "vendemos todas las entradas y aquí no hay crisis", menuda ella.
Como al entrar a la Ópera podías entrar a su museo gratis, decidimos ir, saludé a la mujer del museo con un guten tag y entramos a pesar de que no era nada del otro mundo,  pero eso sí, nos reimos muchísimo y firmamos en el libro de visitas.

Palcos de la ópera
Cambiando los decorados, el fondo era más grande
que el propio escenario en sí


La guía de la ópera nos contó una curiosa anécdota que según ella era secreto pero seguro que se lo cuenta a todo el mundo que pasa por allí:
nos contó que una vez que Monserrat Caballé estaba interpretando allí Tosca de Verdi, el final de la obra es trágico porque ella tiene que tirarse de una torre y muere. Pues por lo visto, ella se tiró y al caer en una lona que sujetaban varias personas, y como está rellenita, rebotó en la lona y todo el público pudo ver como salía de nuevo, partiéndose de risa.
Así pasó la Tosca de ser drama a comedia y las lonas desde entonces se llamaron en la ópera monserrats.

 Por la noche todos compramos como locos en el único súper abierto en el centro montones de cervezas para pasar bien la noche.
Dejamos presencia egabrense en el museo

DÍA 5: REGRESO A PRAGA
El avión de regreso salía desde Praga así que tuvimos otro día para volver, en el que no paramos en ningún pueblo de vuelta, comimos en el hotel y cogimos un autobús y luego el metro para llegar desde el hotel al centro de Praga. Lo increíble es que nadie se perdiera.
Plaza de Wenceslao
Llegamos a la Plaza de Wenceslao donde nos soltaron, una inmensa avenida llena de tiendas, pero claro yo no podía irme de Praga sin volver a ver el reloj, así que nos pusimos a buscarlo hasta llegar a él.
Me tomé mi Starbucks nº 33 del viaje por lo menos y compramos algunos recuerdos.
Sinceramente acabé un poco harto de tiendas, pero pronto regresamos al hotel. La noche fue movidita, ya que era la última, queríamos aprovechar y todos pensábamos que nos habían quitado la fianza.
Nos dijeron que nos teníamos que levantar a las 5.30, así que pasamos de dormir algunos durante toda la noche y nos quedamos en el hall intentando que los guardias no nos echaran de allí.
Lo que vi cuando subí para las habitaciones no era normal, la de vómitos que vi, puertas abiertas de las habitaciones en madrugada...un caos.

DÍA 6: REGRESO A CASA
Vistas desde el avión
Nadie se esperaba que nos dieran la fianza y ¡tachán! Nos la dieron, todos pensamos que fue un milagro y verdaderamente sería porque no vieron nada o algo y por la cantidad de latas de cerveza que gastamos en el hall durante toda la noche jugando a las cartas.
La facturación esta vez fue millones de veces más rápida que en España y pronto llegamos a Madrid para volver a coger el bus hasta nuestro pueblo, comimos en un Burger King (para variar del McDonald's) y dejamos a nuestra guía Juliana a la altura de Ciudad Real.
Fue un viaje bastante loco y divertido.

CONCLUSIÓN
-Lo mejor: mis compañeros, hablar otros idiomas y los monumentos
-Lo peor: el frío, algunas comidas, no visitar algunos sitios
NOTA: Un 7'5
¿Volverías? Sin duda tengo que volver al menos a Viena para el Belvedere y ver una ópera en directo
Me alegro de haber conocido algo que no es un París, Londres o Roma, la entrada a Europa del Este y por supuesto lo mejor del viaje lo hemos hecho entre los compañeros, ¡viva la cerveza checa!



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