miércoles, 27 de enero de 2016

Viaje a IRLANDA e IRLANDA DEL NORTE - Abril 2015



Irlanda ha estado unida a Reino Unido durante bastante tiempo, hasta que, tras una guerra de independencia, se declaró país bajo el nombre de Estado Libre Irlandés en el año 1922.
Aún así, seguía considerada como un estado dentro del Imperio Británico, hasta que en el año 1949 se desvincula totalmente de la monarquía británica, pasando a ser la República de Irlanda.
Sin embargo, la parte norte del país, de mayoria protestante, decidió continuar formando parte del Reino Unido y así la isla se dividió en dos países tal y como está hoy en día.








DÍA 1: LLEGADA A DUBLÍN

Aterrizamos en el Aeropuerto de Dublín por la tarde. Alquilamos un coche para recorrer toda la isla e intentamos no estrellarnos, ya que el volante se sitúa a la derecha y es bastante complicado utilizarlo. No recomiendo a nadie alquilar un coche en Irlanda o Reino Unido que no tenga ya una experiencia suficiente con el coche en su propio país.
Llegamos a nuestro hotel, que estaba en las afueras de la ciudad. Como todavía no era excesivamente tarde, cogimos un tren que llegaba hasta el corazón del casco histórico, simplemente para cenar algo y volver a casa.
Cenamos en un típico pub irlandés (como la mayoría de los días), y tomé la que sería mi primera Guinness, la veía tan oscura y negra que pensaba que iba a estar muy fuerte para mi gusto, pero lo cierto es que me encantó. Resultó tener un toque casi dulce y bastante diferente a las demás cervezas. Eso sí, son bastante caras. Y obviamente en su ciudad de origen.
Tras dar una pequeña vuelta por las tiendas (todo lo demás estaba cerrado), cogimos el tren de vuelta al hotel, ya que estaba empezando a llover.
Es cierto que en Irlanda llueve bastante, pero la verdad es que el tiempo no fue malo mientras estuvimos allí, nos llovió algunas veces pero nunca muy fuerte y durante poco tiempo.



DÍA 2: DUBLÍN A FONDO

Dublín es una ciudad que en un par de días puedes verla si tienes localizados los lugares.
La peculiaridad de la ciudad es que tiene dos catedrales, la más conocida Catedral de San Patricio, patrón de Irlanda, y la Santísima Trinidad (construida en el año 1028), donde se encuentra el obispo y no en la de San Patricio como se suele creer.

Llegamos de nuevo al centro, hasta la Catedral de San Patricio, que fue construida en 1191 y terminada en 1270. De estilo gótico característico irlandés. Es la más grande de las dos catedrales.
También tiene un jardín muy bonito detrás, que es gratis y al menos en esta época del año tenía flores y una fuente maravillosa.
El famoso día de San Patricio se celebra el 17 de marzo, que fue un poco antes de que nosotros llegáramos a Irlanda. Se conmemora la llegada del cristianismo al país gracias a este santo y es el aniversario de su muerte este mismo día. Esta fiesta es también muy popular en Nueva York, ya que hay bastantes inmigrantes irlandeses, con lo que se ha convertido ya en una fiesta muy conocida y celebrada allí.



Continuamos nuestro camino hacia el Castillo de Dublín, al que no entramos, pero vimos por fuera, y con todos mis respetos, no parecía un castillo. Parecía más bien un ayuntamiento.
Y es que en este edificio no hubo reyes, sino que fue la sede del gobierno británico que estaba encargado de Irlanda, por supuesto antes de que tuvieran la independencia. Fue construido durante el siglo XVIII, hoy en día se utiliza como atracción turística, pero también para eventos importantes como la toma de posesión del Presidente de Irlanda y diferentes oficinas estatales.
Tras este recorrido, nos adentramos en el famoso bario de Temple Bar, una de las zonas más turísticas, donde podrás encontrar los mejores pubs tradicionales irlandeses. Justo al entrar en el barrio nos quedábamos atónitos cuando vimos una fila kilométrica en la que no veíamos el final. Aunque al principio pensamos que era para entrar a algún pub famoso, era para un casting para aparecer en una película (cosa que me recordó a cuando hicieron lo mismo Juego de Tronos en Almería o la película de Exodus en la misma ciudad).
Si quieres descubrir el famoso pub The Temple Bar que según la leyenda da nombre al barrio (aunque podría ser al revés), fíjate en una de las esquinas en un pub muy rojo con carteles negros y letras doradas, es fácil de encontrar ya que hay una placa que descubre su historia.


Acto seguido nos dirigimos a una de las joyas de la ciudad, el Trinity College de Dublín. Esta universidad fue fundada por Elizabeth I de Inglaterra en el año 1592, convirtiéndose pues en la universidad más antigua de Irlanda. Se puede entrar gratis al campus de la universidad, donde sigue habiendo una frenética vida estudiantil y diversas señales indican a los turistas a que están en una zona de estudio y no debe entorpecer a los alumnos en sus tareas. A pesar de que el campus es gratis, merece mucho la pena pagar para entrar a la biblioteca donde se encuentra el Libro de Kells.
El Libro de Kells es un manuscrito en latín de los cuatro Evangelios, escrito por monjes celtas en el año 800, yo diría la joya del arte irlandés, y es uno de los pocos manuscritos con ilustraciones y adornos que se ha conservado bastante bien de la Edad Media.
La biblioteca cuenta con una exhibición bastante detallada de como hacían los monjes para conseguir esos colores tan sorprendentes en una época difícil. Finalmente, y tras los videos sobre elaboración, caligrafía y diversos otros manuscritos, se exhibe el libro abierto para ver sus dibujos.
Si no recuerdo mal, todas las semanas se cambia la página del libro para que los turistas puedan observarlo al completo. Otro objeto histórico exhibido es una copia de la declaración de independencia irlandesa.


Ya que no íbamos a estar mucho tiempo en Dublín, decidí irme por mi cuenta a ver algún museo mientras mis padres iban por otro lado. Siempre he coincidido que para conocer un país, se tiene que conocer su arte y su pasado. Como en Londres, la mayoría de los museos eran gratis y comencé con el Museo Arqueológico. Abierto en el año 1890, expone sus objetos cronológicamente, iniciando con algunos del año 7000 a. C. Desgraciadamente lo único que me quedé sin ver fue la parte egipcia que estaba en restauración. Como el museo era abarcable, pronto me fui al segundo y mi favorito: la Galería Nacional (sí, también se llama National Gallery como la de Londres, pero en este caso of Ireland). Este museo estaba más relacionado con pintura (y algo de escultura), abierto en el año 1864, un poco antes que el Arqueológico. Para mí el mejor de Irlanda, con cuadros de Goya, El Greco, Picasso, Monet o Vermeer.


Cerca del crepúsculo, decidimos coger un tren de cercanías hasta Bray, una ciudad costera a 20km al sur de Dublín, donde pudimos pasear por la playa mientras se nos iba yendo el Sol. Cerca de allí mi madre pudo reunirse con la mujer que la alojó en su casa hacía 20 años, la primera vez que fue a Irlanda para hacer un curso. La mujer nos recibió amablemente y se tiró un rato charlando con nosotros.
Tras este día intenso e incluso de emociones, volvimos a nuestro hotel, ya que aún nos quedaba un viaje muy largo que acababa de comenzar.


DÍA 3: CAMINO A BELFAST



Dejando Dublín a un lado, comenzamos nuestro viaje por Irlanda, con la primera parada en el complejo arqueológico Brú na Bóinne, patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Se trata de un complejo prehistórico y que tiene tres yacimientos, nosotros visitamos el más famoso: Newgrange.
Newgrange es un tumulto funerario circular, construido aproximadamente entre el 3300 y 2900 a. C., haciéndolo 1000 años más antiguo que Stonehenge y 500 más antiguo que las Pirámides de Giza. Fue redescubierto en el siglo XVII. Al llegar al complejo nos pusieron un video introductorio y nos condujeron a los autobuses para llegar al tumulto. Con la guía incluida, llegamos a este montículo que se usaba básicamente para enterrar a la gente, con la peculiaridad de que un rayo de Sol entra una vez al año, en el solsticio de invierno durante 17 minutos. Todo muy estudiado para una época tan antigua como esta. Pudimos incluso entrar dentro por los claustrofóbicos pasillos hasta llegar a la sala interior donde se colocaban a los difuntos. Muchas de las piedras tenían símbolos tallados como remolinos.


Tras finalizar en este lugar tan místico, almorzamos en el centro de visitantes y continuamos hacia Belfast, cruzando la frontera del Reino Unido y teniendo que cambiar la moneda (recordemos que Irlanda tiene euro, pero Irlanda del Norte, al ser parte del Reino Unido, tiene libra esterlina).
Llegamos a la capital de Irlanda del Norte con el tiempo justo para entrar en el Museo Titanic, abierto hacia muy poco, en 2012, aunque nos pareció un museo bastante tecnológico e incluso con algunas atracciones a las que podías montarte en su interior, no incluía piezas originales del barco, sino seis plantas de museo con videos, pantallas, muy didáctico y que no estaba mal, pero con precio algo excesivo. Cenamos y fuimos hacia el hotel, ya que al día siguiente madrugábamos, ver la isla entera en una semana no es tarea fácil.

DÍA 4: IRLANDA DEL NORTE

Saliendo de Belfast y continuando hacia el norte, nuestra primera parada fue The Dark Hedges, un camino especial por tener árboles con ramas muy retorcidas y bastante grandes, típicas de una película de terror y de hecho este camino apareció en Juego de Tronos.


Tras la breve parada, seguimos al norte y llegamos hasta Carrick-a-Rede, un puente colgante que separa la tierra de un diminuto islote y que se ha hecho famoso por las increíbles vistas que desde allí se observan. Aunque es bastante corto, sí que da vértigo cuando lo cruzas, aunque merece la pena por las vistas, también de camino al puente.


Muy cerca del puente colgante, llegamos a la atracción principal por la que hicimos este viaje, para visitar la famosísima Calzada del Gigante, el único patrimonio de la humanidad en Irlanda del Norte. La Calzada del Gigante es un área geológica que contiene columnas geométricas de basalto, cerca de 40.000, creadas por el enfriamiento exprés de la lava con el contacto del mar hace millones de años. Este curioso nombre se le fue dado por la leyenda, que cuenta como dos gigantes, uno irlandés y otro escocés, se llevaba tan mal que comenzaron a tirarse piedras, formando este curioso fenómeno geológico.
El centro de visitantes es precioso, con una audioguía incluida en el precio e incluso una visita guiada si también quieres hacerla. El lugar es simplemente espectacular y maravilloso, no solo hay rocas en el mar, sino hay también algunas en la pared de la colina. También hay varios senderos para llegar allí por orden de dificultad para que todo el mundo tenga acceso. Por mucho que te imagines este lugar, siempre te sorprenderá. Visita obligada en Irlanda del Norte.



Para terminar el día, llegamos a Downhill, donde pudimos observar una de las playas más grandes que he visto, pero no solo eso, sino que subimos a una colina donde se encontraba los restos de una antigua mansión llamada Downhill House y un pequeño templo llamado Mussenden, donde hay un mirador desde donde se observa la playa. La colina está llena de vacas y ovejas pastando, pero es una zona pública y no hay ningún problema en entrar, de hecho habrá algunos turistas.
Regresamos hasta Belfast donde tenemos el hotel.


DÍA 5: DÍA DE COCHE

Este día fue indiscutiblemente el más pesado de todos, con unas 5 horas de coche desde Belfast, parando principalmente en la ciudad de Enniskillen, básicamente para almorzar y descansar un poco, por lo tanto no vimos nada interesante.
Cruzando de nuevo la frontera hacia Irlanda, todavía nos quedaba un trecho hasta llegar a la ciudad costera de Galway, en el oeste del país, ya que llegamos de noche y nos costó bastante dar con el maldito hotel, ese día lo dejamos para descansar.



DÍA 6: GALWAY Y LOS ACANTILADOS DE MOHER

Nos levantamos tempranito y aparcamos el coche al lado de la playa para ver un poco más la ciudad de Galway antes de irnos. Era una ciudad costera, mucho más pequeña que Dublín o que Belfast, pero que mantenía aire juvenil y dinámico, supuestamente donde más se práctica el irlandés idioma en toda Irlanda. El aspecto agradaba. Calles peatonales, mercados de flores y libros y el precioso río que atravesaba la ciudad.
Visitamos la Catedral de Galway, una de las más modernas ya que fue terminaba en 1965, a pesar de su exterior algo sobrio, el interior es decorativo y precioso. Hay un rosetón que por fuera apenas se puede notar, pero por dentro se observa que está lleno de colores que incluso se reflejan en el interior. Un órgano espectacular y salas enormes, se nota que ha sido construido recientemente.


Tras nuestra preciosa mañana en esta bonita ciudad, nos ponemos rumbo a los Acantilados de Moher por unas carreteras nada envidiables en coche. Eso sí, las vistas no han dejado de ser hermosas desde el primer minuto, un país verde por todas partes donde se puede sentir la naturaleza.
Se nota que los Acantilados son turísticos. En un día despejado y sin lluvia, decenas y decenas de autobuses y coches cargados de turísticas llenan las estrechas carreteras sinuosas que llevan hasta el parking del complejo o a numerosos barcos hacia las Islas de Arán. Una vez que se llega se entiende el fanatismo: unas vistas dignas de admirar, difíciles de encontrar en otro país, simplemente el poder de la naturaleza, montaña y mar unidos.


Los acantilados tienen unas piedras verticales para que nadie pueda acercarse al borde, ya que el mar va desgastando poco a poco la piedra, sin embargo, hay caminatas de hasta 5 horas andando recorriendo la ladera de los acantilados. La verde hierba te pide que te eches allí, y eso hice, viendo el horizonte del mar y el acantilado de la montaña, un sitio precioso, un locus amoenus en toda regla. Esa noche dormimos en la ciudad de Ennis.


DÍA 7: KILLARNEY

Salimos desde Ennis y llegamos a Killarney, donde vamos a pasar un día entero y nos vamos a despedir de Irlanda como se merece. Killarney es una pequeña ciudad al sur de Irlanda donde se encuentra el parque natural más bonito del país. Como la mayoría de los días, Irlanda nos ofrece de nuevo naturaleza y belleza.
Comenzamos por el Castillo de Ross, ya dentro del Parque Nacional de Killarney, construido en el año 1400 a orillas de un lago. Típica fortaleza irlandesa de la Edad Media.
Cogimos el coche por última vez antes de empezar a caminar por el parque y llegamos hasta la Abadía de Muckross, una abadía en ruinas, que aunque carece de techo, todas sus paredes, columnas, arcos decorativos e incluso el claustro se conservan, la naturaleza ha llenado las ruinas de flores y árboles y más que en ruinas parece hecho por arte de magia. Fue fundada en el 1448 como un monasterio franciscano.



A partir de ese momento comenzamos nuestro senderismo por el parque, con una fauna y flora deslumbrantes, con más monumentos en el camino como la mansión de Muckross. Este parque también se caracteriza por sus tres lagos en mitad.
Aunque el sendero continuaba hacia lo alto de la montaña, ya que el parque puede recorrerse durante semanas, llegamos hasta la Cascada de Torc, que fue una de las mejores vistas del parque, aunque cada esquina era un tesoro. Al lado de la mansión también se encontraba el jardín botánico del antiguo señor que vivía allí y la sensación en aquel lugar era sencillamente maravillosa.

DÍA 8: REGRESO Y CONCLUSIÓN

Regresamos a Dublín para coger nuestro avión de vuelta. A pesar de que cogimos el coche casi todos los días, el viaje no se hizo para nada pesado, ya que las vistas siempre me mantenían entretenido y siempre había varias cosas que ver y hacer paradas. Para mí la forma perfecta de ver Irlanda e Irlanda del Norte es cogiendo un coche alquilado y recorrerla de arriba a abajo, nosotros tuvimos una semana, pero puede ser incluso más.

-Lo mejor: Calzada del Gigante. Nada igual en el mundo.
-Lo peor: las horas de coche, pero nada excesivo.
-Nota: 8‘75

-¿Volvería? Básicamente estoy muy satisfecho con todo lo que he visto, ya que es prácticamente lo que quería ver, volvería para ver las mismas maravillas y quizás algo que se haya quedado suelto.




1 comentario:

  1. Me encanta tu blog... Es sencillamente maravilloso. Algún día espero ir a estos lugares tan increíbles de la mano de la persona que amo ❤

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